Premis Rei Jaume I ’16

Ayer fue un día triste para todos nosotros. Benedetti decía que la muerte es un síntoma de que hubo vida, y cuando, como en el caso de Rita Barberá, esa vida se ha dedicado al servicio público, todos compartimos la tristeza.

La grandeza de la democracia es que permite que quien piensa diferente se convierta en adversario, pero impide que se le convierta en enemigo. 

Es un espacio donde, por encima de las diferencias, siempre deben primar los valores que compartimos: la tolerancia, el diálogo y el respeto. Porque si deshumanizamos la política, la política pierde sentido.

Gracias, majestades, por estar aquí una vez más. Gracias por dar este apoyo siempre a la Comunitat Valenciana y a los Premios Rei Jaume I.

Una presencia que sin duda proyecta la atención sobre esos valores que representan estos galardones al resto de España. Gracias por vuestro apoyo a la tierra de los valencianos.

El pueblo valenciano, cargado de futuro, con esfuerzo, coraje y valentía, avanza desde sus raíces hacia un nuevo renacimiento.

Mi gratitud, de igual modom al trabajo realizado, desde hace tanto tiempo, por la Fundación Premios Rey Jaime I, a las empresas que lo han hecho posible, a las entidades que han estado ahí posibilitando su labor.

Ha sido un trabajo cuidadoso y sostenido, además, por la incuestionable calidad de los jurados. Es muy especial mi agradecimiento a Santiago Grisolía. Fue él el impulsor. Ha sido él quien ha construido estos premios. Y es él la persona decisiva para que estos premios hayan alcanzado el rigor que merecen.

Unos galardones que surgieron en la sociedad valenciana de 1989 para poner, ya en aquel momento, el foco sobre la ciencia.

Los valencianos participamos del gen de la curiosidad, del gen de una creativa inquietud. Por eso hace ya un cuarto de siglo se contemplaba la ciencia como el mejor camino de futuro.

Estos galardones surgieron con el nombre de un monarca, del Rey Jaume I, que para los valencianos tiene un enorme simbolismo. Un rey que unió territorios diversos y otorgó a todos leyes propias.

Un símbolo en el que, pese a las diferencias históricas, se refleja nuestra concepción de lo que debe ser la unión desde la diversidad de nuestro país: igualdad entre ciudadanos y respeto a la singularidad de los territorios.

Señoras y señores:

Todos y cada uno de los que participáis a diario en el esfuerzo de la investigación sois el mejor ejemplo para mejorar la sociedad.

Sin ciencia no hay nada.

Sin ciencia todo se para.

Sin ciencia nos empobrecemos espiritualmente y nos empobrecemos económicamente.

De vuestro éxito, tras muchos fracasos, del éxito de los investigadores depende que finalmente un país pueda ser una sociedad avanzada.

Por eso, los países más avanzados del mundo son aquellos que tienen mejores investigadores, tienen más inversión en ciencia y más capacidad científica, y además también son las sociedades con mayor impulso, más cohesionadas.

El progreso económico y social de un país, más allá de otros muchos indicadores, se mide en función de aquello que la ciencia es capaz de generar.

La crisis económica ha constatado que no hay atajos para la prosperidad.

La vía para conseguir un desarrollo sostenible pasa necesariamente por ganar en productividad, y la productividad tiene su origen en la ciencia.

La ciencia no sabe de fronteras y hay que aprender que no podemos perder todo aquello que hasta aquí se ha ido construyendo.

Todo lo contrario: nuestros esfuerzos deben estar para que los investigadores puedan volver a trabajar aquí y para que otros muchos decidan venir aquí porque vean en la Comunitat Valenciana, que vean en España, una oportunidad.

Es urgente, por tanto, reorientar la salida de la crisis con políticas diametralmente opuestas a la restricción exacerbada. Hay que focalizar nuestras inversiones en educación, en investigación y en innovación.

Ahora es el momento y se abre un período donde la pluralidad exige acuerdos. Un periodo en el que debemos sustituir el cortoplacismo por políticas de largo recorrido, entre las cuales es absolutamente imprescindible un acuerdo de Estado por la ciencia.

Y la forma de transformar ese deseo en certeza transitar por el establecimiento de tres nuevas alianzas, una alianza por la ciencia, una alianza entre la ciencia y la empresa, y una alianza intergeneracional.

En primer lugar una alianza por la ciencia. Un pacto de toda la sociedad para que la ciencia tenga consideración de política de estado y cuente con un horizonte presupuestario que vaya mucho más allá de una legislatura.

En segundo lugar una alianza que apueste por la unión entre la ciencia y la empresa para superar la debilidad que el profesor Sánchez Asiaín ha denominado la incapacidad española de transformar su investigación en tejido económico y avances sociales.

Y, por último, una nueva alianza intergeneracional por un desarrollo sostenible.

Porque cada generación tiene derecho a mirar hacia delante, un derecho que se frustrará si con nuestra acción o nuestra desidia les condenamos a que su futuro se convierta en una forzosa reparación del pasado que les dejamos como herencia.

Majestades: en la Comunitat Valenciana estamos tejiendo alianzas, iniciativas como el pacto social por la ciencia impulsado por el profesor Grisolía a través del Consell Valenciá de la Cultura, que ha unido Generalitat, universidades, instituciones, investigadores y empresas.

También este año vamos a poner en marcha la Agencia Valenciana de la Innovación, para que articule y conecte todos los agentes tanto de producción de conocimiento como aquellos que intervienen en la aplicación práctica, que son las empresas.

Finalmente, permítanme felicitar a los nuevos galardonados con los premios Jaume I. A Francisco Martínez, a Albert Marcet, a Elías Campo, a Miguel Bastos, a Hermenegildo García y a Alberto Gutiérrez.

Con ellos se enriquece el brillante acervo científico emprendedor que acumulan ya los premios Jaume I. Con su reconocimiento ampliamos la senda del ejemplo a quienes desean seguir sus pasos porque, sin duda, representan lo mejor de los valores que estos premios quieren promover.

La vía a una nueva prosperidad social ha de transcurrir con determinación por la investigación, la innovación y la ciencia.

Decía Marie Curie que el camino del progreso nunca es fácil, pero quedarse parados es mucho peor.

Por ello quiero acabar mis palabras animando a aquellos, sobre todo a los jóvenes, que empiezan hoy su carrera universitaria, su carrera investigadora. Seguro que se enfrentan o enfrentarán a dificultades, pero deben perseverar, porque en su esfuerzo no sólo vemos reflejados todos nuestros impulsos de avance, sino que nos compromete como sociedad. 

Porque la ciencia y el humanismo confluyen para configurar un mundo socialmente avanzado donde la convivencia, el respeto y la tolerancia unan a las personas libres.

Majestades:  bienvenidos ahora y siempre a la Comunitat Valenciana.

Y un mensaje final: Dejemos el pesimismo para tiempos mejores.

Muchas gracias.