1. Sin miedo. Un ensayo reciente del profesor Andreu Espasa recorre la Historia del New Deal, que cimentó la creación del Estado del bienestar norteamericano y que sacó de la Gran Depresión a la sociedad estadounidense. Su autor pone el acento en la filosofía subyacente a aquel «Nuevo Trato» de inspiración keynesiana: audacia política, ruptura de dogmas económicos y voluntad de redefinir el pacto social para corregir la tendencia a la desigualdad extrema. Sin duda, nos encontramos ante un Momento New Deal. En varios sentidos. Primero, hay que aprovechar el crack inesperado para virar el rumbo de la nave con un reformismo profundo lleno de determinación. Recordemos al presidente Roosevelt: «Lo único a lo que debemos temer es al propio miedo». Segundo, es hora de recuperar el papel de la política en la economía con una intervención pública decidida y eficiente, con una presdisposición a la colaboración público-privada, y con unos principios que han recibido la validación empírica: el fracaso del modelo neoliberal, la necesidad de unos servicios públicos fuertes y la decisiva importancia de Europa. Y tercero, es imprescindible anteponer un espíritu de acuerdo social –un amplio consenso como ha logrado la sociedad valenciana con los acuerdos de Alcem-nos– para caminar hacia esa triple R: resistir, recuperar y reinventar.
2. Sin trabas. «En el largo plazo estamos todos muertos». La frase, del Keynes más sarcástico, nos recuerda la necesidad de combinar contundencia con celeridad en la respuesta a la pandemia. Y no me refiero a las emergencias sanitarias, donde la frase es literalmente cierta, sino a la reacción política para combatir la crisis económica que el virus ha engendrado. Sabemos que la superación de la crisis pasa por la gran oportunidad que representan los fondos europeos. Tenemos 140.000 millones para impulsar una España donde el crecimiento económico y la prosperidad social vuelvan a ir de la mano. Pero tenemos que ser ágiles para aprovecharlos en el momento más necesario: ya. Sin embudos de la burocracia que retrasen la creación de empleo. Por ello, un pilar de la Vía Valenciana ha sido la aprobación de un decreto ley que, garantizando el control y la seguridad jurídica, permitirá la tramitación de urgencia de los expedientes vinculados a los proyectos e inversiones financiadas con fondos europeos. Eso reducirá los plazos administrativos a la mitad. La Administración ha de ser un agente facilitador para la inversión que crea prosperidad, jamás un obstáculo.
3. Sin mar picada. La estabilidad política se está convirtiendo en excepción. Estamos naturalizando la anomalía, y eso es un enorme peligro en un momento tan complejo como el actual. Catalunya y Madrid viven inmersos en la turbulencia institucional continúa desde hace demasiado tiempo. Viven en una campaña electoral permanente que polariza el debate, alimenta el descrédito de las instituciones y abreva al populismo. Ese zumbido nocivo está contaminando al resto de territorios. Y es hora de parar. Necesitamos una estabilidad que proporcione certezas y seguridades; que sirva de palanca para la recuperación. Urge que acaben ya los tics de antipolítica, de ruido estéril, de política-plató. Solo así podremos trabajar desde la estabilidad general. Nunca se ha silenciado el ruido con más ruido. Necesitamos más silencio para trabajar.
4. Sin perdedores. Sostenibilidad. El concepto marcará esta década decisiva. No obstante, su excesiva utilización puede desdibujar su esencia. La sostenibilidad no implica, únicamente, avanzar hacia una manera de vivir menos agresiva con el planeta. La transición hacia una economía libre de carbono es una oportunidad también en términos económicos. Es un cambio técnico a la altura de los mayores avances que ha vivido el ser humano desde la prehistoria. Porque detrás de la búsqueda de energías limpias hay un inmenso potencial multiplicador de la economía. Al incorporar nuevas maneras de producir (desde el hidrógeno verde al resto de nuevas energías), la transición hacia una industria más sostenible generará nuevos nichos de empleo y creará sinergias con el tejido productivo. Solo un ejemplo: la UE prevé que la fabricación de baterías genere 120.000 nuevos trabajos en Europa, directos e indirectos. Empleo, empleo y empleo. Eso es lo que permite este cambio técnico sin precedentes ligado a la sostenibilidad. Por tanto, sostenibilidad no es solo verde y planeta. También es más trabajo, más productividad empresarial y más prosperidad. Y así lo hemos de entender y aprovechar. Con una advertencia crucial: nuestra transición digital y ecológica debe ser justa. No puede engendrar una legión de perdedores incapaces de engancharse a los nuevos empleos digitales y a la nueva sociedad sostenible.
5. Sin grietas. Cohesión social y cohesión territorial. Son dos caras de la misma moneda, que es la única que vale en este momento. Si nuestro horizonte es la igualdad de oportunidades, estamos obligados a reducir la desigualdad de origen entre ciudadanos en función del territorio de España que habiten. De entrada, con una doble vía: caminar hacia la armonización fiscal (sin paraísos fiscales, sin dumpings, sin los abusos de un «efecto capitalidad» que ha convertido Madrid en una gran aspiradora) y corregir la insuficiencia y la inequidad del actual sistema de financiación autonómica. La Comunitat Valenciana recibe cada año 1.336 millones menos de lo que toca. No es aceptable, ni justo ni sostenible. Es el momento de acabar con las asimetrías entre ciudadanos para evitar una recuperación a diferentes velocidades. Por cohesión social, y también por cohesión territorial. Porque un reparto más justo de los recursos y de las oportunidades será la mejor manera de unir a la España plural, diversa y real que trasciende la M-30. No es un debate identitario, sino de derechos, de igualdad de oportunidades y de bienestar.
Ximo Puig, Expansión / 27-5-2021